Mis Padres, Manina y Carlos
Dr. German Ortega Chávez

Cuando la vida se completa, los eventos y los diferentes momentos, se reintegran revelando sentidos más profundos, en acontecimientos aparentemente desconectados, los que se van sucediendo en el existir de todo ser humano. Así descubrimos, el estilo personal, el espíritu único e irrepetible, que animó y expresó una existencia.
A medida que fui despertando a la conciencia, lo normal era vivir en un contexto de arquitectos, su sensibilidad, sus gustos, su vocación y sus valores.
Que mis padres se conocieran durante la carrera de arquitectura y se hayan recibido con la misma tesis… les significó un puente extra como pareja para comunicarse, apoyarse, crecer y desarrollarse como personas y como profesionistas.
Así, compartieron un universo de amigos interconectados con los intereses de la arquitectura y el urbanismo. Pero a la vez fue enriquecedor que fueran tan diferentes. Estimulante, pero también no dejó de ser un motivo a veces de provocar al otro, para sacarlo de su zona de confort.
Papá siempre, necesitó alternar la convivencia social, con tiempos de introspección y goce solitario. Mamá estimulada por una incansable energía, siempre prefirió trabajar junto con otros, platicar, convivir e interactuar con persona; el trabajo solitario, la soledad meditativa no la atraían. Sin embargo los dos cultivaron sus amistades y guardaron hasta sus últimos días amigos, desde los de la primera infancia.
En uno de sus primeros proyectos juntos, un edificio en la calle de Gutenberg en Polanco, integraron un mural de piedras de colores a la fachada, influidos por Diego Rivera y Juan O’Gorman. Como muchos de los arquitectos de su generación, mantuvieron, en las búsquedas iniciales de su estilo personal, de expresión, intereses, que combinaron, herencias orgullosamente nacionalistas, enfrentadas a los principios del movimiento, de “la arquitectura internacional funcionalista” que… justo pretendía trascender los rasgos regionales.
Aunque de orígenes familiares muy diferentes, mis padres compartieron un gran amor y preocupación por México.. porque en cada una de sus familias, no se conocía ningún ancestro en varios siglos, que no hubiera nacido en nuestro territorio.
Los unió una sensibilidad más acentuada que la mayor parte de sus amigos arquitectos hacia los problemas sociales, las graves diferencias de clase y de oportunidades en nuestro país; aunque fueron queridos y apreciados por sus amigos, por su preocupación social, y por ser de las poquisísimas parejas en las que la esposa era una profesionista arquitecta, que se comportaba ya, como igual a todos los colegas hombres, fueron visto un poco como “especiales”.
Mamá, hija de un ingeniero hidráulico que trabajaba en el campo, yendo de un estado a otro de la república, manejaba tractores desde los 14 años, le encantaban los campamentos y las excursiones, encontrándole el lado novedoso, a la vida ruda y a las sorpresas, empatizando con la gente de las zonas rurales y sus sensibilidades…
Ahí fue, donde nació su gran vocación de urbanista, con sus preocupaciones por la sociología urbana; sumándosele las múltiples herencias de sus ancestros que participaron en la formación educativa, el arte y la política de nuestro país… la hicieron sentir profundamente, una vocación de servicio… que animaron casi todas las empresas en su vida.
Desde su entrega como presidenta de la Sociedad de Padres de Familia, pasando por la fundación de la Sociedad Mexicana de Planificación, sus trabajos en el instituto AURIS, del Estado de México, su participación en las actividades del Colegio de Arquitectos, en ICOMOS, en la fundación de la Sociedad de Arquitectas y Urbanistas de México; su trabajo como Delegada de Xochimilco, pero sobre todo su entrega total en cuerpo y alma, a la docencia en la Facultad de Arquitectura y en la fundación de la Licenciatura de Urbanismo..su gran sueño.
Mamá vivió tensada, pero también estimulada, por mediar, con una visión tradicional de familia, de esposa, de mujer y de madre… y por otro con su impulso y su conciencia, por rebelarse contra las petrificación de las instituciones y moralidades que limitaban el crecimiento y el desarrollo de las mujeres… Aunque esta tensión le trajo no pocas preocupaciones, obstáculos, corajes, decepciones y frustraciones, también fué fuente de su orgullo, sus luchas, certezas y sus múltiples logros, poniendo por delante el hacer conscientes a todos, de la imprescindible equidad de género.
A papá las tempranas amistades, como, con el cineasta y escritor Julio Pliego… lo encaminaron, por la fascinación , de las literaturas rusa, francesa y norteamericana al disfrute, que nunca lo abandonó.
El jazz y la música clásica, lo acompañaron tambiėn. Lo recordaré gozando de la música, de tantísimos genios, con los que crecí y que llevo grabados en el consciente y en el inconsciente gracias a él.
Nos sentábamos en la sala de nuestra casa familiar, proyectada por ellos, a escuchar música en silencio. Raras fueron las semanas en que no fueron a Bellas Artes, o a la sala Nezahualcóyotl, a los conciertos dominicales.
Además del mundo de las artes plásticas, pintura, arquitectura y escultura, fueron apasionados del cine. Como muchos de sus amigos arquitectos, siempre le encantaba dibujar y hacer bocetos en sus viajes. Toda la vida pintó, y tuvo algunas exposiciones individuales y participó en otras colectivas. Recuerdo como disfrutaba ir al taller de Gilberto Aceves Navarro, donde se juntaba con sus amigos mis “tíos”, los arquitectos Héctor Velázquez, Poncho Liciaga, Ramón Torres y su hermano Sergio.. con quienes tuvo una entrañable amistad.
Siendo Ramón Torres, director de la Facultad de Arquitectura, mi padre fue Jefe de Proyectos. Los 27 años en que impartió clases de proyectos, lo hicieron un teórico y hasta filósofo… de la arquitectura. Y aunque dejó de dar clases, permaneció como un gran maestro de proyectos, al orientar y hacer reflexionar, a los arquitectos más jóvenes que se acercaban a él y no olvidar la proporción justa entre función, practicidad, economía y belleza.
Con mis tíos Héctor y Ramón y sus esposas, hicieron muchos muchos viajes, nacionales e internacionales, a los que se les unieron varias veces Enrique del Moral, don Mario Pani y en una ocasión don Luis Barragån… amiguísimo de la famosa “Gringa” del Moral, esposa de don Enrique.
Estos tres arquitectos aunque eran mayores que mis padres… formaron con ellos una gran amistad, por lo que disfruté de fiestas y eventos con ellos.
Mis padres no solamente los admiraron como profesionistas, sino también como. Ambos tenían gran sentido del humor… siempre valoraron a sus amigos no solamente, por su cultura o por sus logros
Profesionales, sino sobre todo por su calidad humana y simpatía… Recuerdo las reuniones con sus amigos, como mi tío Pipo, Jorge Stepanenko, Paco Gómez Palacio, Manuel González Rul, Nato Carrasco, Agustín Hernández, el Vicho Saviñon, Enrique Merino, Ernesto Velasco , Francisco Covarrubias, Javier Cortes Rocha y las carcajadas que se escuchaban desde la sala de la casa… Papá formó muy joven , con un grupo de amigos arquitectos, “Autónoma de Arquitectos”, con Pascual Broid, Oscar Urrutia y Benjamin Mendez… conformaron un laboratorio y motor de nuevas ideas e iniciativas, en la arquitectura mexicana, con ellos mi padre, encontró su estilo arquitectónico personal. Posteriormente se asoció con Moisés Becker, llevando a cabo una gran parte de su obra arquitectónica de madurez.
Mi abuelo “Papo” lo invitó a ser corredor de fondo, entusiasmåndose mucho por las competencias de atletismo. Yo era muy niño, pero ya desde entonces me contagiaron, pasión, que afortunadamente conservo; hoy está muy de moda, pero en esa época, creían que estábamos locos, no entendía la gente, por que corríamos.
Mis padres estaban encantados con la vida y me heredaron esa admiración, por este milagro que es estar aquí. Cada uno en con su propio estilo y sensibilidad. Papá, en un ritmo sereno,tranquilo y pausado. Mamá, dinámica, intensa e incansable. Los dos siempre curiosos e interesados por una infinidad de cosas fascinantes.
Los dos, docentes por vocación, siempre comunicaron, a sus alumnos y a los que les rodearon, que no hay ninguna posibilidad de aburrirse, si uno, se da cuenta… un poquito y
¡despierta!,
A lo que ėste mundo maravilloso nos ofrece.

