miércoles, octubre 15, 2025
Louise NoelleMonografías

Museo de San Carlos en el Palacio de Buenavista.

Varios arquitectos mexicanos… han construido recientemente dos grandes edificios de personas principales, unos de los cuales, que está en el barrio de la Tlaxpana, presenta en el interior del patio un hermosísimo peristilo ovalado y con columnas pareadas
Alexander Von Humboldt

Durante su estancia en la ciudad de México, Alexander Von Humboldt quedó impresionado por el palacio de Buena Vista, dentro de una ciudad que llamó particularmente su atención. Esta visita tuvo lugar entre 1803 y 1804, momento en que Manuel Tolsá ya había concluido el inmueble y se encontraba trabajando en el Real Seminario de Minas.
En 1791 Manuel Tolsá Sarrión había llegado a la ciudad de México, capital de la Nueva España, como flamante director de Escultura de la Real Academia de las Bellas Artes de San Carlos. En este sentido, no deja de ser curioso que fuera mejor conocido como arquitecto, título que recibió en México después de haber hecho algunas obras importantes; el título de Académico de Mérito de Arquitectura le fue otorgado en México; en enero de 1813 es noticia que el mismo incluye en un documento.

Academia de San Carlos de Valencia, Manuel Tolsá y su escultura de Carlos IV

En la recomendación para que se otorgase a Manuel Tolsá el título de Académico director de Escultura de la Academia de las Nobles Artes de la Nueva España dice: “Tolsá es muy aplicado en el estudio de la arquitectura y desempeña con acierto las obras que se le encargan, Además, tiene el agregado de buen adornista, circunstancias que, unidas a las de joven y soltero, pueden facilitarse mayores progresos a su arte, continuando con la aplicación que hasta aquí tiene manifestada”. Efectivamente, el joven estudiante había sido discípulo de José Puchol en la Academia de San Carlos de Valencia y del connotado Juan de Mena en la Academia de San Fernando de Madrid, donde obtuvo el título de Académico de Mérito; por ese entonces solicitó el puesto que había dejado vacante José Arias en la academia de México.
El valenciano estuvo en México un tiempo corto, ya que la muerte de sorprendió en 1816, a 25 años de su llegada. A tres años de su arribo en 1793, a la muerte de José Damián Ortiz de Castro, maestro mayor de la Catedral, se le pidió que concluyera las obras de esta importante edificación:

Catedral Metropolitana CDMX

La construcción que tenía ya varios siglos estaba prácticamente terminada, por lo que se deseaba buscar una solución formal que unificara tantos años y estilos vertidos en su factura, haciendo un llamado al buen adornista. Sin embargo, su propuesta no sólo fue escultórica, sino que se lanzó a una serie de trabajos que modificaron el conjunto para brindarle la unidad necesaria; esta última la logró por medio de una balaustrada superior con florones, a la vez que agregó un cuerpo para la colocación de un reloj como símbolo de modernidad, lo que lo llevó a elevar la linternilla de la cúpula central para destacar su presencia desde la plaza mayor.En 1795 obtuvo el encargo de realizar el monumento ecuestre de Carlos IV; esta magna obra pesa 20 toneladas y se concluyó en 1803. Realizó otras esculturas casi siempre religiosas como la efigie de la virgen de la Inmaculada Concepción que se encuentra en la iglesia de La Profesa y una serie de altares como el ciprés de la Catedral de Puebla.

Sus obras arquitectónicas de mayor fama fueron: el Real Seminario de Minería, 1797-1813, y el Palacio del conde del Apartado; además del Hospicio Cabañas en Guadalajara, con lo que ayudó a consolidar el nuevo gusto estético, el Neoclásico.

Real Seminario de Minería
Hospicio Cabañas. Guadalajara

En el Palacio de Buenavista resulta evidente que se trata de una construcción cuya inspiración provenía de los presupuestos del Siglo de las Luces que habían dado lugar a la fundación de academias para favorecer un nuevo canon estético, el Neoclásico. En este sentido resulta interesante ver el Artículo X del Decreto para la Real Academia de México, que el Conde de Gálvez emitió en 1785, donde se plantea que “Para que el estudio de la arquitectura se haga a la perfección… la enseñanza de las matemáticas sea en toda la extensión posible” al igual que “explicar los tratados”. Por ello establece que “Uno cuidará con especialidad de la enseñanza de la arquitectura en sus principales ramos de fortaleza, comodidad y hermosura”, “retomando los ideales renacentistas inspirados en el tratado de Vitruvio”.

Palacio de Buenavista
Planta principal

En el proyecto del Palacio de Buenavista, Tolsá propuso dos fachadas de diferente jerarquía, una principal con mayor dignidad hacia la vialidad de acceso y otra, más íntima, hacia el huerto, la primera cuenta con un remetimiento que anuncia con su desarrollo la traza del patio, lo que permite una mayor vestibulación, mientras que la segunda posee un pórtico elevado coronado por una balaustrada. Ambas ofrecen, dentro de su simetría, interesantes juegos de claroscuros basados en el ritmo de puertas y ventanas, donde el primer cuerpo presenta un marcado almohadillado.

Palacio de Buenavista: Fachada Principal
y Posterior

El material utilizado es la cantera típica de las construcciones del Valle de México. Sin embargo, es notoria la ausencia de tezontle, que desde ese entonces ya se identificaba con las fábricas barrocas.

El ingreso al inmueble se realiza directamente al patio oval o elíptico que está rodeado por una columnata de pilastras dóricas en el primer nivel y esbeltas columnas jónicas en el segundo, que sostienen el claustro, en éste se resuelve acertadamente la relación de la elipse con la planta rectangular generada por las habitaciones, con lo que se crea una serie de espacios complejos. Se ha señalado que en este patio la molduración y el ritmo son tal vez más cercanos al Barroco que al Neoclásico. Los dos ingresos al inmueble, el principal y el posterior, se localizan en el eje axial de menor diámetro de la elipse. Por ese motivo la escalera se localiza en la esquina posterior derecha del patio, sin por ello deponer su categoría palaciega, al ofrecer un desarrollo amplio y suntuoso, que se inicia en una rampa y se subdivide posteriormente en dos.

La escalera se ubica en la esquina posterior

A pesar de ciertas libertades que se toma el arquitecto, el palacio se encuentra dentro de los severos lineamientos del Neoclásico, estas libertades son las que remiten a un lenguaje plástico anterior como el tratamiento de la fachada principal y la elección de un patio oval, único en su genero en nuestro país. Vemos como antecedente el Palacio de Carlos V en Granada, donde la planta baja tiene columnas dóricas y la superior jónicas. Dentro de los tratados en boga por ese entonces que el conoció desde su época de estudiante como en la biblioteca de la Academia de San Carlos en México, se encontraba el compendio Tutte l´opere d´architettura de Iacomo Barozzi da Vignola.

Reinstalación del Museo de San Carlos

Esta propiedad se localiza sobre lo que había conformado, en tiempos prehispánicos, la calzada que unía a la gran Tenochtitlan con Popotla y Tacuba, y que había sido siempre vialidad importate. La dueña de ese predio decidió construir un palacio para el hijo que no heredaría su mayorazgo, a quien dio el título de Conde de Buenavista, obra que encargó a Manuel Tolsá a finales del siglo XVIII.
Entre 1840 y 1843 el inmueble fue arrendado al conde de Regla. La calidad de la factura y la nobleza de su estampa, a pesar de cierto abandono, dos décadas después el emperador Maximiliano lo regaló a la esposa del Mariscal Achille Bazaine, Josefa de la Peña y Azcárate. Sabemos bien del trágico fin de este fallido imperio, por lo que, en 1867, el inmueble fue vendido al liberal José Rincón Gallardo.

Al entrar el siglo XX y durante la paz Porfiriana, buena parte de los terrenos que habían pertenecido al palacio fue adquirida para localizar las obras del inconcluso Palacio Legislativo, a cargo de Emile Bernard, tan sólo quedó un jardín que al volverse público lo conocemos hoy como La Tabacalera; porque el inmueble dejó su función residencial y desde 1928 fue ocupado por la compañía Tabacalera Mexicana.

El nombre de Buenavista prevaleció también en diversas instancias, como la colindante colonia Buenavista y la avenida homónima que remata en la Estación Central de Ferrocarriles Nacionales, Buenavista. En 1933 el edificio estuvo ocupado por las oficinas de la Lotería Nacional y pasó en 1946 a la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas. Un nuevo sesgo de corte educativo fue el que tuvo a partir de 1958 y hasta 1965, en que estuvo rentada por la UNAM, y alojó a la Escuela Nacional Preparatoria No 4. Posteriormente la Secretaría de Salubridad adecuó el inmueble como escuela de enfermería. Posteriormente, por la calidad del inmueble se decidió su adecuada restauración para instalar una instancia cultural.
Finalmente, el decreto presidencial del 14 de marzo de 1967, destinó esta edificación para las colecciones europeas de las galerías de la Antigua Academia de San Carlos y la Academia de Artes, obra que realizó el Instituto Nacional de Bellas artes por medio del trabajo encabezado por Ramiro González del Sordo de la Secretaría de Educación Pública, Ruth Rivera, jefe del Departamento de Arquitectura del propio INBA, junto con Ignacio Angulo y Alejandro Gaytán, 1967-1968; hasta el 12 de junio de 1968 en que tuvo lugar en la “casa de Buenavista”, la ceremonia que encabezaron el presidente de la república y el secretario de Educación, Agustín Yáñez. “con motivo de la fundación de la Academia de Artes y de la reinstalación del Museo de San Carlos”.

Por una enorme coincidencia, esta acción cierra el ciclo que iniciara Manuel Tolsá, quien vino a México como director de Escultura a la Real Academia de las Nobles Artes de San Carlos y trajo con él parte de las colecciones que pertenecieron a dicha institución, en especial un buen número de vaciados en yeso, para alojar en un edificio de su autoría a una nueva academia y las obras plásticas que habían pertenecido a esa institución novohispana.

Museo, para las colecciones europeas de la Antigua Academia de San Carlos
“El Palacio de Buenavista. Tránsito de una casa de campo a un museo”, Memoria del Museo Nacional de San Carlos. Cuarenta años, INBA-CNCA, México, 2009.