miércoles, octubre 15, 2025
MonografíasRoberto Eibenschutz Hartman

Roberto Eibenschutz y la arquitectura de los sueños

Roberto Eibenschutz nació con hambre de construir. Dedicó su vida a cimentar y edificar creaciones que han dejado un legado imborrable: las casas que diseñó, su insaciable lucha social, su impacto en el desarrollo urbanístico de la ciudad, su trascendencia como profesor y director de tantos alumnos y por supuesto, su familia, que continúa creciendo a partir del amor, la sabiduría y la valentía de labrar el destino propio que sembró en cada uno.

Un alma noble y reservada, siempre dispuesta a ayudar, siempre al servicio de los otros. Un hombre al que nunca le faltó una palabra precisa, una acción congruente, una dedicación atenta a su vocación, una rectitud admirable y un deseo de transformar el espacio para hacer que brotara la magia de los lugares menos esperados.

Roberto “Robi” como siempre lo conocí, tenía una fascinación por los espacios circulares, curvos, sin esquinas. Yo creo que tenía que ver con su capacidad de doblar los límites para hacer que lo imposible pareciera un juego, una línea fácil de cruzar en el próximo trazo. Una visión entrelazada con la idea de detonar el flujo circular de la energía, sin principio ni fin, que corre igual para todos.

Él diseñó la casa que me vio crecer y que siempre ha sido, al igual que su creador, un lugar seguro para la persona que la habita                                                

Siempre tuvo una visión vanguardista de la arquitectura; tanto así que después de 50 años esta casa redonda blanca sigue robándole el aliento a todos los que atraviesan alguna de sus entradas misteriosas para adentrarse en el universo esférico de esta obra. El  platillo volador, la casa de los Picapiedra, la Casa Museo, el ojo de luz; mi casa ha sido vista e interpretada de tantas formas por quienes la visitan pero hay algo que, al igual que su arquitecto, jamás pudo hacer: pasar desapercibida. La magnitud de su impacto, su frescura y la originalidad de sus paredes sin esquinas, la hacen un templo donde los sueños, al igual que sus muros, jamás tienen bordes.

Roberto: el hombre de pocas palabras con un mundo entero de ideas novedosas pulsando dentro; el de expresión contenida, pero corazón gigante. Una genialidad siempre modesta, pero con un hambre incansable de hacer de este país y este mundo un hogar más justo, equitativo y brillante para todos. Un corazón sensible ante la belleza y el amor que siempre lo rodeó y una ternura escondida detrás de  cada sonrisa cómplice que vi escapar de su boca a lo largo de mi vida.

Qué regalo poder hacer homenaje a un ser humano legendario que respira a través de la existencia de todo lo que transformó a lo largo de su vida. Gracias, Robi, por enseñarnos como cambiar el mundo doblando lo desconocido hasta convertirlo en un ventanal que abraza la luz y la refleja en todo lo que toca.