La ARQUITECTURA en la SEGURIDAD SOCIAL
El arquitecto Guillermo Carrillo, en ese entonces jefe de Proyectos del IMSS, en una junta con René, el jefe de planeación en ese tiempo, le solicitó, para en los próximos tres meses realizara un documento en el que explicara los objetivos y avances en sus programas de trabajo pues los presentaría en la próxima reunión internacional sobre Seguridad Social, que se llevaría a cabo en la Ciudad de México. Cuando se retiraba le dijo:
– Oye René, por favor dile a Enrique que haga lo mismo con las normas técnicas que ha realizado.
René nunca le explicó nada a Enrique, pero faltando siete días para
el inicio de la reunión, habló con Enrique:
– Hola Enrique, como estas. Quería pedirte una disculpa. Fíjate que Guillermo me pidió hace tres meses que elaboráramos un documento impreso sobre nuestras funciones; perdón, se me olvidó avisarte, pero ya lo estoy haciendo.
Al otro día, al finalizar una reunión con Carrillo, este le dijo a René:
– Como vas con el documento que te solicité.
– Bien Guillermo, estará a tiempo.
– Y le avisaste a Enrique de que debía hacer lo mismo con su área.
– Sí Guillermo, claro. ¿Verdad Enrique que te avisé?
Enrique hizo mutis.
- Bueno, espero que sus documentos sean de primera.
Enrique llego indignadísimo a la oficina. Me habló y comentó:
– Este pinche René me metió un golazo. Guillermo le pidió hace tres meses que elaborara un documento sobre sus programas y le solicitó que me dijera que yo hiciera lo mismo con las normas técnicas. El desgraciado apenas me lo informó hasta ayer y hoy le comentó a Guillermo que ya me había avisado. Me enteré de que a él ya le están imprimiendo su publicación y yo quedaré como un irresponsable que no pudo hacer su trabajo.
Estuve pensando un rato en como lo podríamos hacer y le dije:
– No te preocupes, nosotros podemos hacerlo.
– Como crees. Hoy es jueves y se necesita para el martes a las ocho de la mañana; no tenemos siquiera el material de contenido y, además nos faltaría su impresión.
– En una hora te vamos a hacer una propuesta.
Reuní al equipo; le expuse lo que se necesitaba hacer en dos días y surgieron conceptos muy interesantes. No había tiempo de mandar a algún despacho las láminas; así que nos dividimos el trabajo para hacerlo nosotros mismos. hablé con varios impresores para que nos ayudaran en los tiempos requeridos y su respuesta fue la misma:
-¿Usted me entrega el viernes en la noche y quiere la publicación para el martes en la mañana? No, no, ¡Eso es imposible!
Por último, acudí a don Gustavo, un impresor que había trabajado conmigo haciendo otras cosas increíbles, quien me dijo:
– Estoy lleno de trabajo; no puedo parar al equipo encargado del revelado y formateado de láminas, ni de las máquinas. Pero le dije a mi gente, que sin descuidar lo que están haciendo, si te ayudaban en sábado y domingo y el lunes lo imprimían y encuadernaban, para tenerlo listo para el martes en la mañana, les pagaría el triple de lo que les correspondería. Así que, si el viernes en la noche me proporcionas los originales, te lo hacemos.
Trabajando con la velocidad del rayo, utilizando los conceptos y elementos obtenidos, el viernes, ya muy entrada la noche, le entregamos al editor el contenido. Al otro día comenzó el trabajo en todas las etapas de su impresión; el domingo no acabaron, pero el lunes en la madrugada ya casi habían terminado.
El martes a las ocho de la mañana me lo entregaron y a las nueve, cuando apenas estaban ingresando los participantes, fue repartido al presídium del evento y posteriormente a todos los asistentes. Su contenido fue un éxito.
En la noche Carrillo organizó una junta en nuestras oficinas para comentar lo ocurrido en la reunión, donde expuso:

– Quiero felicitar públicamente a Enrique y a René, por los documentos que entregaron; son de primera. Por cierto, René, el tuyo estuvo bien, pero desactualizado; en lo que entregaste no aparece nada de lo último que hemos hecho.
– Bueno Guillermo, es que la preparación fue acelerada, en solo tres meses. Por eso ya no pudimos incluir lo último que hemos realizado; la verdad, era imposible.
– ¡Y como Enrique si pudo hacerlo, en su documento aparece lo último de lo último! Congratulaciones Enrique, tu si lograste realizar plenamente nuestro cometido. Ah, felicita calurosamente también a tu equipo de trabajo, lo hicieron muy bien, muchas gracias.
Enrique salió con una sonrisa de oreja a oreja, mientras en René se mostraba el terrible disgusto que significaba para él, haber fallado en la treta que había urdido para desprestigiar la labor de Enrique.